Este relato lo ha compartido con nosotras Montserrat García Villar.
La verdad es que es un poco difícil hablar de
este tema, la infertilidad, aunque hay un momento en que ya es tan común en tu
vida como el comer o el dormir. Voy a intentar explicaros mi experiencia,
porque estoy segura de que mujeres que se encuentren en mi misma situación se
sentirán reflejadas en mí y recibirán esta historia como si fuese la suya
propia.
Llega
ese momento de la vida en que, después de estar casada o viviendo con una
pareja durante unos años, la sociedad que nos envuelve empieza a presionarte con
el tema de ser madre. Seguro que alguna vez habréis escuchado esa
maravillosa frase:” espabila que se te va a pasar el arroz”. Cuando yo escuché
esa frase por primera vez ya llevaba seis años intentando ser madre, podéis
imaginar cómo te sienta que te digan eso cuando ya has pasado por tus
primeras experiencias en el mundo de la infertilidad, y lo que menos te apetece
es dar explicaciones, ya que piensas que eres un bicho raro y que eso sólo te
pasa a ti. Pues no, el índice de infertilidad es preocupantemente elevado en
estos momentos.
Podríamos dividir esta circunstancia en
diferentes etapas, la primera sería el rechazo: “esto no me puede pasar a mí, ¿por
qué yo no puedo y hay niñas de quince años que se quedan sin querer?, será
culpa de él”,….. En esta etapa empiezas a plantearte que has de visitar a
un médico, pero no se lo vas a decir a nadie porque seguro que será una
tontería y en pocos meses estás en estado. Cuando te das cuenta llevas ya medio
año tomándote la temperatura por las noches, el método
de la temperatura basal que
consiste en recoger en tablas la temperatura corporal a lo largo del ciclo menstrual. De este modo se advierte
el pico de temperatura producido por la ovulación. El periodo fértil abarca
unos días antes y después de dicha ovulación, por lo que son esos días los que
has de aprovechar para mantener relaciones sexuales. Al principio lo
coges con muchas ganas, pero a medida que pasan los meses, porque eso va acompañado
de su predictor mensual, si te retrasas unos días o si tienes síntomas de
embarazo y del consecuente disgusto cuando es negativo, llega un momento en que
los días que has de practicar sexo son los días que menos te apetece. Llega un
día en el que tiras la toalla, escondes el termómetro y decides ir a otro
médico. Es ahí cuando empieza una vida paralela a la que llevas, ya
que prefieres que nadie se entere hasta que estés en estado: visitas al médico,
las primeras pruebas, aunque con nombres difíciles de pronunciar “seminogramas y espiro salpingografía”, te meten de pleno en
el viaje a la concepción, viaje lleno de socavones, algunos de ellos difíciles
de esquivar. La primera prueba es para ver qué tal está la movilidad del
esperma, y la segunda es para comprobar la permeabilidad de las trompas, te
ponen en un potro, te atan las piernas y te meten un contraste. De las dos
pruebas salimos con un aprobado. Entonces te recomiendan empezar con una
inseminación.
Empezamos
lo que llamaríamos segunda etapa. Empiezan a serte familiares las nomenclaturas
de algunos fármacos, y aprendes a distinguir entre inseminación, fecundación in
vitro, icsy. La primera, inseminación artificial o fecundación
asistida, es el método de reproducción en el que
el esperma es depositado en la mujer o hembra mediante instrumental especializado y utilizando
técnicas que reemplazan a la copulación, ya sea en óvulos (intrafolicular), en el útero, en el cérvix o en las trompas de Falopio. Este tratamiento conlleva
una medicación previa para estimular tus ovarios, con las consecuentes visitas
al médico para que te haga el control de folículos, y por último la extracción
y estimulación de esperma. Que si te sucede igual que a mí este último paso sólo
podían hacerlo en el Hospital General de Castellón, por lo que una vez el
esperma capacitado nosotros mismos lo transportábamos al Hospital de la Plana.
Realmente vejatorio. Encima cuando te dan la probeta te dicen que la pongas
entre los pechos ya que es una de las zonas de mayor temperatura del cuerpo. La
sanidad pública no ayuda mucho en estos casos. En mi caso fueron tres
inseminaciones, y ningún resultado positivo. Recuerdo que cada vez que iba en
mi mente aparecía la inseminación de una vaca que vi una vez por televisión,
sinceramente era la misma sensación, te meten una cánula larga llena de
esperma. Cuando este método no funciona el próximo es la fecundación in vitro, que es una técnica por la cual la fecundación de los ovocitos por los espermatozoides se realiza fuera del cuerpo
de la madre. La FIV es el principal tratamiento para la infertilidad cuando otros métodos de reproducción asistida no han
tenido éxito. El proceso implica el control hormonal del proceso ovulatorio,
extrayendo los ovocitos de los ovarios , para permitir que sean fecundados por los espermatozoides en un medio líquido. El
ovocito fecundado se transfiere entonces al útero. Este tratamiento implica
medicación diaria durante los días de ovulación, inyecciones todos los días y
las visitas de rigor para los controles de óvulos y hormonas, y dos
visitas al quirófano, una con anestesia total, en la extracción de ovocitos, y
otro sin anestesia, en la transferencia. Esto quiere decir pedir días en el
trabajo para ir a Valencia ya que el hospital que lo hace en la Comunidad
Valenciana es la Fe de Valencia, a no ser que lo hagas por lo privado a lo que
le incluimos la presión psicológica de saber que te estás gastando unos 3000€
sin saber si vas a quedar en estado o no. Todo sería más fácil si en la Seguridad
Social te tratasen como personas; pero para ellos es un trabajo, una rutina, y
no se dan cuenta de que cada uno de los que llegamos ahí tenemos una historia y
unas ilusiones puestas en ese tratamiento, la ilusión de ser padres. Si algún
familiar de esas personas que trabajan sacando sangre para las analíticas,
haciendo ecografías o dando resultados, muchos de ellos negativos, se
encontrase en esa situación empezarían a tratarnos como personas, personas con
sentimientos que no saben a lo que van, que no saben de medicina y que ya es
bastante difícil estar ahí como para encontrar a personas que te ignoran sólo
porque para ellos es su trabajo. Siento mucho ser un poco dura en este aspecto
pero la Seguridad Social no está preparada para la afluencia de gente que hoy
en día tiene este problema, por poner un ejemplo, en un hospital en el que hace
más de 20 años que se dedica a este tratamiento no hay ni una sala de extracción
de esperma, los hombres han de ir al bar de enfrente o utilizar los servicios
del hospital. Parece gracioso, pero si esto lo unimos a una carga psicológica
muy grande no es tan gracioso, es penoso.
El resultado fueron tres
inseminaciones, una en la que no llegamos a la transferencia, por lo que no
cuenta para la Seguridad Social. Aún nos quedaba una última oportunidad. Pero
entonces ya nos encontrábamos en la última etapa de este proceso, las cosas no
señalaban que fuese mejor que las anteriores y empiezas a pensar en la adopción,
en que a lo mejor no te quedas porque no has de quedarte, mejor no insistir,
para qué vamos a contradecir al destino, si éste ha decidido que no debemos ser
padres,….. y de estos pensamientos, mil.
Recuerdo que me llegó la
carta para la in vitro y la dejé encima de la mesa. Esta vez no me sentía con
el suficiente ánimo para volver a emprender un tratamiento así, y los papeles
se quedaron a la espera de rellenarlos durante unos días. No recordaba ni cuándo
había sido mi última regla, empecé a pensar, y en el trabajo todas mis compañeras
ya habían tenido la regla este mes, y sin embargo yo no recordaba haberla
tenido. Sin comentar nada a nadie, me hice una analítica de sangre para ver si
estaba en estado, no dije nada porque estaba segura de que iba a ser negativo
el resultado, incluso mi marido estaba de viaje de negocios en Mallorca. La
misma chica que tantas veces había puesto cara de circunstancia para decirme
que el resultado era negativo esta vez no me dejó casi ni entrar: estaba
embarazada de ocho semanas, pero no me atrevía a decírselo a nadie por si algo
fuese mal, ni yo misma podía asimilar esa noticia. Mi marido volvió de viaje y
después de cenar y de que me explicase cómo había ido todo, le di la analítica
con tal tranquilidad que pensó que era una broma. Cuando se dio cuenta de
la noticia saltó, llamó a su madre y yo seguía de espectadora, de hecho hasta
que no le vi la cara a mi hija no creí estar en estado. Ni cuando escuché por
primera vez su latido, ni en las ecografías, ni cuando se movía dentro de mí
quise creer que estaba embarazada, quizás por miedo a perderla.
Seguro que no os lo podéis
creer pero es así, tienes tanto miedo a lo que pueda pasar que no quieres
ilusionarte otra vez para nada. Pero todo fue de maravilla y ahora tengo una niña
preciosa.
La primera vez que me sentí
realmente madre fue cuando me pusieron a Alba encima aún con sangre y ella se
cogió entre sollozos al pecho.
Todo en la vida llega y sólo
hay que tener paciencia. Sólo quería contaros mi historia porque sé que hay
mucha gente que hoy está pasando por lo mismo. No perdáis nunca la esperanza,
que llega cuando menos te lo esperas.
Después de 12 años este es
el resultado…….
Cómo entiendo algunos de tus sentimientos! Me has emocionado. Enhorabuena por esa aventura. Un besito, Yolanda http://www.mamagolondrina.com/2012/12/por-fin-me-desnudo-el-ultimo-dia-del-ano.html
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